Creamos Amazon Web Services (AWS) y enseguida nos convertimos en uno de sus clientes más importantes porque queríamos que Amazon innovara aún más rápido. Antes de AWS, nos dimos cuenta de que los equipos que trabajaban en nuevas ideas de negocio pasaban muchas horas dando vueltas a lo mismo. Algunos de estos equipos dedicaban hasta el 70% de su tiempo tratando de reinventar y adaptar nuestra infraestructura tecnológica para poder llevar a cabo nuevos proyectos. En lugar de innovar, debían dedicar su tiempo a cosas como bases de datos escalables, almacenamiento…

Este trabajo suponía una cantidad de tiempo enorme para nuestros equipos y, además, ya iba siendo hora de cambiar de tercio. Dedicaban la mayor parte de su tiempo a trabajar en estos aspectos que no marcaban diferencia alguna para hacer que una idea funcionara, en vez de dedicarse a innovar al 100% en nombre de los clientes. Esto era ir para atrás.

Ahora, con AWS, los equipos de Amazon pueden centrarse en sus ideas, pueden avanzar a buen ritmo con experimentos de cualquier envergadura, según demanda, sin que para poder probar cosas nuevas, tengamos que comprometer inversiones en inmovilizado. Así mismo, pueden ‘desmontar’ cualquiera de estos proyectos rápidamente si creen que hay que cambiar alguna cosa o volver a empezar desde cero. Esta dinámica, la posibilidad de innovar rápido y rectificar sin miedo, tiene muchas ventajas, en especial cuando se trata de proyectos a gran escala puesto que te permite innovar más rápido, experimentar más a menudo y, en el fondo, minimizar el coste de los fracasos.

Actualmente, un millón de clientes en todo el mundo usa AWS, empresas de todos los tamaños y de todos los sectores.